Rebuscando en los cajones encontró su fotografía. Su corazón dejó de palpitar por un momento igual que le había ocurrido la primera vez que la vio hacía demasiados años.
Todavía recordaba su sonrisa alegre un tanto burlona cuando, después de su primera cita, le entregó esa fotografía diciéndole “para que no te olvides de mí”.
No habían vuelto a separarse. Un largo noviazgo, el matrimonio, los hijos, los primeros nietos. Habían vivido tantos años juntos, tantas cosas juntos, que todavía no sabía cómo se había acostumbrado a vivir sin ella.
Dejó la foto en el cajón y apuntó mentalmente que tenía que acordarse de ponerla en un portarretratos cuando ya no le doliera tanto verla.
Le alarmó un ruido procedente de la cocina y se apresuró a volver junto a su mujer, reprochándose haberla dejado sola.
Todavía recordaba su sonrisa alegre un tanto burlona cuando, después de su primera cita, le entregó esa fotografía diciéndole “para que no te olvides de mí”.
No habían vuelto a separarse. Un largo noviazgo, el matrimonio, los hijos, los primeros nietos. Habían vivido tantos años juntos, tantas cosas juntos, que todavía no sabía cómo se había acostumbrado a vivir sin ella.
Dejó la foto en el cajón y apuntó mentalmente que tenía que acordarse de ponerla en un portarretratos cuando ya no le doliera tanto verla.
Le alarmó un ruido procedente de la cocina y se apresuró a volver junto a su mujer, reprochándose haberla dejado sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario