sábado, 15 de enero de 2022

Penélope

El mensaje en la pantalla de su teléfono móvil resultaba tan estridente como una canción de heavy metal en la sala de un museo.

Tengo que verte

Aquellas tres palabras y el nombre de la remitente, Penélope, vinieron a poner patas arriba el mundo que había ido construyendo pieza a pieza durante los tres últimos años. Los años que siguieron a los cuatro terribles años después de la desaparición, ¿huida, fuga, deserción, retirada?, no sabía muy bien qué palabra encajaba mejor con la salida repentina y precipitada de Penélope de su vida.

Todo estaba preparado para su boda, habían encargado el banquete, reservada la fecha y la hora en la iglesia —Penélope se había empeñado en que se casaran por la Iglesia y a él no le importaba el rito por el que iban a comprometerse a vivir juntos el resto de sus vidas— y enviadas las invitaciones a sus amigos y familiares más cercanos con los que querían compartir ese día.

Obituario

  Lo vio en la edición digital del periódico local, su fotografía de al menos veinte años antes y a su lado la palabra obituario. No había d...