sábado, 26 de febrero de 2022

Ayuda

 

Cuando aquella mañana salió de su casa para aprovechar el esquivo sol de otoño que se dejaba ver por primera vez desde hacía varios días, no podía imaginar la sorpresa que lo aguardaba. Sentado en un banco del parque, con la mirada perdida y el aspecto de que la suerte le había dado la espalda hacía mucho tiempo, estaba Jaime, el compañero del colegio envidiado por todos: sabía conquistar a las mujeres, era un buen deportista, su cuerpo agradecía el ejercicio, era inteligente, buen estudiante y a nadie sorprendió que el éxito en su profesión fuera rápido y fulgurante.

Hacía varios años que nadie sabía nada de él. Había dejado de acudir a las cenas anuales de su promoción del colegio y sus cuentas en las redes sociales estaban sin actualizar también desde entonces.

Y, de pronto, allí estaba. Julio lo observaba desde unos pocos metros, dudando si acercarse y, por fin, lo hizo. 

miércoles, 9 de febrero de 2022

La despedida

Era su último día de trabajo, su última reunión con los compañeros y algún jefe que también se había apuntado a la comida de despedida. 

Por primera y última vez, presidiría él la mesa en lugar de su jefe que siempre ostentaba ese lugar de privilegio. «Quien preside paga» , decía, y tras una estentórea carcajada añadía, «o el que paga preside» , para dejar bien claro que era él quien pagaba. Aunque realmente pagaba la empresa, pero aquel cretino quería hacer ver que él era la empresa.

El lugar de honor no evitó las chanzas del jefe, por el contrario, sólo hizo que comenzaran desde el mismo momento de sentarse a la mesa, en lugar de comenzar con los chupitos.

— Señores, un momento de atención — dijo el jefe en cuanto todos estuvieron sentados—, hoy preside Luisito. No paga, eh, cuidado, sólo se jubila, nos abandona y, como es costumbre en las comidas de despedida, ocupa el lugar de honor. Espero, Luisito — siempre el diminutivo con ese retintín que había hecho que llegara  odiarlo con toda su alma—, que sepas estar a la altura del lugar que te he cedido generosamente en esta ocasión.

Al lado del jefe, Enrique reía más fuerte que nadie las palabras del jefe que, como siempre, celebraba como si fuera el colmo del ingenio. El resto, hasta sumar los diecisiete comensales, reían con diferente grado de entusiasmo las bromas del jefe.

Obituario

  Lo vio en la edición digital del periódico local, su fotografía de al menos veinte años antes y a su lado la palabra obituario. No había d...