sábado, 21 de julio de 2018

Un hombre diferente

Allí estaba él haciendo un esfuerzo sobrehumano para no rodear la mesa, levantar suavemente su barbilla y beber las lágrimas de desconsuelo que bajaban lentas por sus mejillas hasta despeñarse, suicidas, sobre el pecho que se agitaba con sus sollozos.
Hacía dos meses que Lucía trabajaba en la oficina. Dos meses que Alberto estaba enamorado como un idiota de aquella chica tímida y preciosa que el departamento de recursos humanos había seleccionado para suplir la baja maternal de su secretaria.
Había tratado por todos los medios que no se le notara lo que sentía por aquella chica, pero dudaba haberlo conseguido, porque no podía evitar quedarse colgado de aquellos ojos llenos de alegría. Pero lo que sí se había impuesto y llevado a rajatabla fue mantener las distancias que tenía que haber entre jefe y empleada y que con ella, por razones obvias, aunque quizás ella lo interpretara equivocadamente, eran más lejanas que con cualquier otro empleado de la oficina.

sábado, 14 de julio de 2018

El secreto

El coche ascendía por la estrecha carretera llena de curvas en medio de la noche y de una lluvia persistente. La velocidad era poco prudente para aquella carretera y mucho más en aquellas condiciones, pero le acuciaba el deseo de llegar cuanto antes y su mente no pensaba en el peligro, sino que como un péndulo oscilaba entre dos únicos pensamientos: no encontrarse a nadie en la carretera, algo siempre improbable y más a aquellas horas, porque era demasiado estrecha para que pasaran dos coches a la vez; y llegar antes de que fuera demasiado tarde.

sábado, 7 de julio de 2018

El accidente

Marisa no podía evitar sentir la repulsión que le provocaba la cara de Luis. Era algo más fuerte que ella.
Después del accidente trató de sobreponerse, ayudarlo a no sentirse una especie de monstruo de feria y, al principio, casi lo consiguió. Fueron los algo más de dos años en los que, operación tras operación, el rostro de Luis fue pasando de ser algo deforme a una especie de caricatura. Una mezcla entre muñeco diabólico y emoticono burlón. Pero su resistencia se acabó la tarde en la que el cirujano plástico les anunció que el proceso había terminado. No era una cuestión de dinero o de que la Seguridad Social no cubriera el tratamiento durante más tiempo, no, era una cuestión técnica, por decirlo de alguna manera, les explicó; la piel y los músculos del rostro de Luis ya no admitían más manipulaciones; los tejidos habían llegado a su límite.
— Pero, algo habrá que se pueda hacer… — dijo Marisa con una ligera nota de horror en su voz.
—Me temo que no —respondió el médico con una pesadumbre estudiada, profesional y, por su puesto, fingida. Hacía muchos años que había aprendido a no sufrir por las desgracias de sus pacientes y menos por los temores de sus familiares.

Obituario

  Lo vio en la edición digital del periódico local, su fotografía de al menos veinte años antes y a su lado la palabra obituario. No había d...