domingo, 27 de marzo de 2011

La llamada

Desde hacía cuarenta años, él la llamaba cada 25 de agosto a las once en punto de la mañana para felicitarle su cumpleaños y añadir, invariablemente, “sabes que te esperaré toda la vida”.

Al principio ella se enfadaba y colgaba el teléfono sin apenas darle tiempo a terminar. Eran los años de juventud en los que la llamada, muchas veces, la despertaba después de una noche de diversión y, en ocasiones, de algún exceso. Después vinieron años más tranquilos y la irritación cuando recibía la llamada se debía a que solía estar demasiado atareada.

Nunca le dijo nada a su marido. La amistad de ellos dos se mantenía firme y no quería echarla a perder.

Cuando los hijos se hicieron mayores y su vida se hizo más pausada, se sorprendió a sí misma esperando la llamada. ¡Bah! Tonterías, se decía; pero no podía engañarse y sabía que necesitaba esa llamada.

Hoy se levantó más temprano que de costumbre, se arregló con más esmero y antes de las once de la mañana se sentó al lado del teléfono con un libro en las manos pero incapaz de leer más de dos líneas seguidas. Llevaba varios días dando vueltas en su cabeza a una absurda idea: qué pasaría si le dijera “ven”.

A las once y cinco comenzó a sentir una mezcla de angustia y decepción. Comprobó en todos los relojes de la casa que ya eran más de las once y aún quiso asegurarse encendiendo la radio y comprobando que ya estaban terminando las noticias.

Se sentó de nuevo con un mal presentimiento que le hacía sentir un nudo en el estómago.

A las doce menos cuarto no pudo esperar más, descolgó el teléfono y marcó su número.

  • ¿Diga? - sintió un gran alivio al oír su voz.

  • Esperaba tu llamada – se oyó decir, como si fuera otra persona la que hablaba.

  • Ya es demasiado tarde – dijo él, hablando tan bajo que a ella le costó trabajo entenderlo.


Antes de que pudiera responder, oyó un débil clic y la señal que indicaba que la comunicación se había interrumpido.

12 comentarios:

  1. Información Bitacoras.com...

    Valora en Bitacoras.com: Desde hacía cuarenta años, él la llamaba cada 25 de agosto a las once en punto de la mañana para felicitarle su cumpleaños y añadir, invariablemente, “sabes que te esperaré toda la vida”. Al principio ella se enfadaba y colga.....

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  2. Nunca hay que hacer demasiado caso a aquello de "por y para siempre", la paciencia siempre tiene un límite. No se puede jugar eternamente con los sentimientos de los demás. Por otra parte no voy a decir que me alegro, pero se lo tenía bien merecido.

    Saludos

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  3. Bonito relato.
    Pues a mi me ha dado pena. Es toda una vida manteniendo una relación, aunque sea a distancia. Además, ella nunca le colgó.
    ¡Rencoroso!

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  4. MA, creo que te has puesto de parte de ella, aunque parece que la constancia de él te provoca algo de ternura.

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  5. José Vte. creo que tú te has puesto inconscientemente del lado de él, pero quizás él no lo vea como tú.

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  6. ¿ Y qué tal si simplemente él le ha dicho la verdad: ya es demasiado tarde (porque ya no me queda tiempo)?
    ¿Muy fuerte?
    Gracias a los dos por comentar.

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  7. No, no, no. El tenía otra, si no, no hubiera susurrado.

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  8. MA, yo también pienso que le esperaba otra, pero de otra naturaleza de la que tu dices.
    Pero, ¿de verdad crees que al final ella puede sentirse celosa?

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  9. Por supuesto, yo lo estoy, y no es mi historia... Psicología femenina, se llama.

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  10. Tú lo has dicho, MA, yo no me atrevía porque sé que me acabarían llamando machista.
    Saludos.

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  11. Yo inicialmente presumí que el, finalmente, se cansó de esperar, o era una venganza por tanto tiempo de desprecio. Tu aclaración, al fin y al cabo eres el autor, me indica que el hombre está al final... de su vida. En ese caso me reafirmo, todavía más, en que la mujer y la vida fueron injustos con él.

    Saludos

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  12. Bueno, José Vte., supongo que eso se llama psicología masculina.
    Saludos.

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