lunes, 20 de junio de 2011

Misterio

Me desperté en mitad de la noche y la casa era una polifonía de ruidos desconcertados. Sin atreverme a abrir los ojos, fui identificándolos uno a uno.

La lluvia golpeando los cristales.

El grifo goteando en el baño.

El viento colándose por una ventana mal ajustada.

La contraventana golpeando la fachada.

Poco a poco los fui clasificando hasta llegar al llanto del niño.

Fue el que más tardé en identificar. Mi mente no acertaba a dar con una respuesta que no estaba entre las posibles.

A la mañana siguiente le pregunté a la enfermera si alguien había traído un niño la pasada noche. Me miró como suele mirarme siempre que digo alguna estupidez o le repito la pregunta que me acaba de contestar.

No me quieren decir nada, pero a media mañana me fui a la parte de atrás de la residencia y andube hurgando en los contenedores de basura. Y encontré una prueba: un pañal de bebé.

Uno de los celadores me descubrió. Me había puesto perdido de tanto rebuscar entre los desperdicios, así que me dieron un baño, aumentaron la dosis de las pastillas y me castigaron una semana sin postre.

Pero no me importa. Ahora sé que tengo razón. Seguiré investigando hasta que averigüe por qué tienen a un niño en una residencia de ancianos.

1 comentario:

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