Tenía los ojos claros, la piel blanca y el pelo rubio. Miraba de frente y quien no la conocía bien podría creerla altanera. Pero él no, él sabía bien cómo era y todavía le daba vértigo recodar su mirada franca y directa.
¿Por qué se había acordado de ella después de tanto tiempo?... Porque, de pronto, la tenía de nuevo ante él, de nuevo su sonrisa alegre, su mirada clara. Junto a sus ojos y en la comisura de sus labios había ahora unas apenas apreciables arrugas que la hacían todavía más hermosa.
El autobús se detuvo y poco faltó para que él lo embistiera.
Salió de su ensimismamiento, maniobró con su coche y la dejó atrás, en aquella enorme fotografía que ocupaba toda la parte de atrás del autobús.
Con su inveterado optimismo quiso alegrarse por ella, porque parecía haber alcanzado lo que siempre quiso; pero no pudo evitar que la sonrisa se le congelara en el rostro.
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La vida da muchas vueltas, y encontrarse así es algo que sin duda te deja helado.
ResponderEliminarBien por el microrrelato!
Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarGracias por comentarlo.
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