El editor lo recibió sentado detrás de su mesa con un gesto en el rostro que el escritor no sabía interpretar. No se levantó y apenas extendió el brazo para saludarlo con una mano blanda que le produjo un rechazo instintivo que se esforzó en disimular.
Esperó de pie a que le invitara a sentarse, lo que hizo después de unos pocos segundos, los suficientes para ser maleducado por segunda vez.
“Esto no puede ir peor”, pensó, “¡quién se creerá que es este patán!”
–Lamento que tengamos que conocernos en estas circunstancias.
–No entiendo...
–Claro, claro –lo interrumpió el editor –. Verá, hace varios meses que recibí su novela. Bueno, usted debe saber bien el tiempo que ha pasado, por supuesto.
Hizo una pausa. Juntó las yemas de los dedos y elevó los ojos al techo.
“Sólo faltaba que ahora se pusiera a rezar”, pensó el escritor; en cuya cara empezaba a dibujarse un mal disimulado enfado.
–No me andaré con más rodeos –comenzó de nuevo –. El caso es que tenía mucho trabajo atrasado y no pude leer su novela hasta hace unos días... Y cuando quise hacerlo me llevé una gran sorpresa. Una muy desagradable sorpresa: el protagonista estaba muerto.
El escritor se puso en pie como un resorte. Su rostro estaba congestionado y los brazos colgaban a los lados de su cuerpo con los puños cerrados con tanta fuerza que los nudillos estaban blancos.
–Tranquilo, amigo –dijo el editor –. Sé que es un golpe duro, pero se repondrá.
–Devuélvame mi novela –masculló con los dientes apretados.
El editor abrió uno de los cajones, sacó la novela, la dejó encima de la mesa con un gesto de repugnancia y, cuando retiró la mano, la limpió disimuladamente en la pernera del pantalón.
El escritor recogió su novela, la hojeó con las manos temblorosas. Dio media vuelta y se encaminó hacia la puerta. Justo antes de salir se volvió.
–Es usted un canalla.
–No pude evitarlo –acertó a decir el editor cuando la puerta ya se había cerrado tras el escritor.
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ResponderEliminarValora en Bitacoras.com: El editor lo recibió sentado detrás de su mesa con un gesto en el rostro que el escritor no sabía interpretar. No se levantó y apenas extendió el brazo para saludarlo con una mano blanda que le produjo un rechazo instintivo q.....
Buenísimo micro. Unos tintes surrealistas muy bien hilvanados, o como meter el eterno miedo en el cuerpo a cualquier escritor. El pobre igual ya no levanta cabeza.
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre tan generoso en tus comentarios, José Vte.
ResponderEliminarSaludos.
Tiene razón, José Vte. Es buenísimo. El final es certero, inesperado y original.
ResponderEliminarLamento no haberlo leído antes, pero estuve fuera.