A la deriva
Cuando le quitaron el trabajo tomó la costumbre de salir a caminar sin rumbo.
—Perdió la cabeza! —se burlaban los pibes del barrio.
De tanto en tanto pasaba al lado. Siempre creí que desde el suelo, aquellos labios abiertos en una sonrisa inútil y reseca, aquellos ojos vidriosos reclamaban su atención. Nunca pareció reconocerla.
Patricia Nasello
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Es un honor encontrar un texto mío seleccionado en esta bitácora.
ResponderEliminarAgradezco tu colaboración.
ResponderEliminarSaludos.
Es un placer encontrar los textos de Patricia Nasello en este rincón.
ResponderEliminarPatricia es un espejo en el que muchos adictos al género del microrrelato buscamos mirarnos.
Un abrazo,
Me alegra que te haya gustado, Pedro.
ResponderEliminarSaludos.
Me gusta tu estilo, Patricia.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena.